lunes, 6 de enero de 2014

DECÁLOGO DE LA REESTRUCTURACIÓN EMPRESARIAL, POR CARLOS BOLOÑA BEHR, ECONOMISTA Y EX MINISTRO PERUANO




1. No gastes más de lo que tienes.
2. Precisa dónde estás y a dónde vas.
3. Recuerda que el quebrado no vale nada.
4. Ten presente que los pasivos son ciertos y los activos inciertos.
5. Es mejor un porcentaje de algo que 100% de nada.
6. No olvides que dos muertos no hacen un vivo.
7. No creas que la Virgen se aparece más de una vez.
8. La peor muerte es por terquedad.
9. Las facturas siempre se pagan. Y,
10. Haz lo posible por salir en la foto. 

Salir de una quiebra es un proceso que toma tiempo y que resulta doloroso. Lo importante en una quiebra es saber dónde está uno parado y hacia dónde se dirige. El saber que uno está en el infierno, y que sigue hundiéndose en él, es un gran avance. Lo peor es que el que está en el infierno crea qué está bien y que va rumbo al cielo. El 50% del problema está resuelto cuando se toma conciencia de la propia situación. 

Es frecuente, asimismo, que los quebrados crean que sus activos tienen un gran valor y que se nieguen a aceptar que ellos han perdido su valor y que, tal como están, valen muy poco o acaso nada. Sin embargo, si los quebrados quieren que sus activos recuperen o adquieran valor, tendrán que tomar decisiones duras, para empezar a tener valor para alguien o ser oportunidad para ese alguien. 

En una quiebra lo único cierto son los pasivos. Casi siempre las cuentas de los activos han sido manipuladas, infladas o maquilladas, para no mostrar un patrimonio negativo. 

A muchas empresas- y, sobre todo, para las del tipo familiar- les cuesta entender que es preferible ser dueño de menos del 50% de algo positivo, que ser dueños del 100% de algo negativo. No obstante ello, dependiendo de la magnitud de una quiebra, uno debe estar dispuesto a vender el control de la empresa si no tiene capital propio suficiente para salir de la quiebra. 


En algunos casos, a una empresa quebrada se le presenta la posibilidad, en pleno proceso de reestructuración, de fusionarse con otra empresa. Lo importante es tener presente que la unión de dos empresas quebradas no va a conseguirse una empresa sana. Asimismo, la unión de una sana y una quebrada no garantiza que se consiga una sana. Algunas veces sucede que la empresa quebrada arrastra en su quiebra a la empresa sana. 

En algunas reestructuraciones, he visto también que se presentan a veces oportunidades únicas, que no se esperaban y que difícilmente vuelven a presentarse. En estos casos, debe tenerse presente que, cuando se presenta la Virgen, no se la debe dejar pasar. Ella sólo se presente – si es que lo hace- una sola vez. 

La peor quiebra es la ocasionada por terquedad – es decir, cuando se sigue pensando que no se está quebrado o que la culpa la tiene otro, y ese otro es quien debe sacarlo a uno de la quiebra-. En estos casos, se da marcha atrás a cada momento, ya que se piensa que “la mecida” o la indecisión solucionan las quiebras por sí solas. Esta es la peor forma de acabar una reestructuración; puede darse una caída estrepitosa, dejándose de operar más rápido de lo que uno piensa. 

Las facturas siempre se pagan, las quiebras no son gratis y quien debiera pagarlas es quien quebró a la empresa. No deberían hacerlo los acreedores y menos los contribuyentes, a través de subsidios del gobierno. 

En un proceso de reestructuración, el gran objetivo es “salir en la foto”- es decir, sobrevivir a cualquier costo-. Para ello, hay que reestructurarse lo más rápido y eficientemente que se posible. Para ello, puede ser necesario buscar socios o capitales estratégicos y ayudará mucho “vestir a la novia” lo mejor posible – aunque siempre con honestidad. 

Este decálogo, por más duro que parezca, es necesario tenerlo en cuenta y aplicarlo para evitar un quebranto económico. Pero más importante aún es manejar una empresa profesionalmente, para evitar caer en una quiebra, que siempre es dolorosa, costosa y siempre tiene un responsable: “el que manejo la empresa en ese periodo”.

Carlos Boloña Behr

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