Etimológicamente, la palabra “trabajo” proviene del latín
“tripaliare”, que a su vez viene de tripalium, que era un yugo de tres palos
que servía para castigar a los esclavos. Es decir, el trabajo era una
herramienta de tortura: ir al trabajo era un acto de sufrimiento.
Ingeniosamente, algunos han tratado de descomponer el término y han propuesto
que trabajo viene de TRABA, de trabar, de no dejar avanzar. Otros han ido más allá y han generado polémica al afirmar
que el TRABAJO es un castigo divino. Fundan su afirmación en aquel pasaje
bíblico en el que se relata lo que Dios le dice a Adán y Eva cuando los expulsa
del paraíso: “trabajarás y ganarás el pan con el sudor de tu frente”.
Quisiera resaltar que al respecto, en tanto el trabajo sea asumido como algo doloroso y triste, sino todos, la gran mayoría de los hombres y mujeres de éxito afirman que ellos no trabajan, sino que se dedican a realizar aquello que les gusta. Ellos disfrutan de lo que hacen: La actividad que realizan se vuelve uno de sus deportes favoritos.
Finalmente, debe recordar la sabiduría de Confucio cuando afirmaba: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.”
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